Gris.

 NO ESTOY INSPIRADA, NADA DE QUEJARSE ;)

Entré en la habitación. Monótona. No había ningún objeto en ella. Las paredes, el suelo y el techo eran del mismo color y textura, una especie de metal frío. Tenía un tono grisáceo. Me transmitía soledad. Sentí cómo mis venas se congelaban por un instante, impidiendo la circulación sanguínea. Mi corazón dejó de palpitar. Nada más cerrar la puerta, caí al suelo. Estaba muy frío. Tan frío que me dañó la piel. No conseguí ponerme en pie. Mi vista empezó a nublarse. Unos instantes después, empecé a escuchar unos gemidos, y no eran precisamente de placer. Al fondo de la sala había un niño. Intenté acercarme arrastrándome por el suelo. Cuando estuve a tres metros de él, me di cuenta de algo horrible: no tenía ojos. Se dio cuenta de que lo estaba mirando, así que cesó el llanto. Giró su cabecita lentamente en dirección a la mía. Me temblaban las piernas. Extendió su pequeña mano, haciendo un gesto de amistad. Yo no me inmuté. Entonces, el frío pasó. Ahora hacía mucho calor, demasiado para mi cuerpo. Sin esperarlo, el niño corrió hacia mí y, sin yo poder hacer nada, se puso encima mía. Me examinó la cara rozándome con sus pequeños dedos. Gimoteó algo que no entendí. Escapó. Desapareció. Me quedé sola. Las fuerzas volvieron a mí. Traté de levantarme y lo hice. Empecé a caminar. Estaba casi llegando a la pared del fondo cuando, sin esperarlo, desapareció también, y apareció mucho más lejos. Tenía muchísimo miedo. Di la vuelta y me dirigí hacia la puerta por la que había entrado. No estaba. Un sonido. Como el agua fluyendo. No. No era eso. Caía sangre del techo.

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