miércoles, 28 de octubre de 2009

No era yo

Tenía 35 años, trabajaba de escritor. Me pasaba el día en casa intentando pensar mientras mi sirvienta limpiaba cosas mas que limpias, solo para hacer tiempo.

De repente el terrible sonido del teléfono sonó, toda la casa se quedó en silencio, hasta mi gato dejó de arañar aquel sofá destrozado.

Pero gracias a dios, soltó el contestador automático y, en efecto, era ella.

- "Joe, hace tiempo que no hablamos...¿Cómo estás? no sé nada de tí y estoy preocupada, hace mas de dos semanas que no das señales de vida...Y para colmo, siempre tienes el teléfono apagado. Solo haces que me preocupe..."

Quería destruirla, terminar con su vida como ella lo hizo con la mía...

Pero no podía hacerle daño.


Sonó el timbre de la puerta, me había quedado dormido en el sofá pensando en mis cosas, me levanté rápidamente y fuí a abrir.

- Hola, perdone, ¿quién es usted?, ¿que hace aquí?, ¿pasó algo?- Dije desconcertado.
- ¿Es usted Joe?, ¿Joe Petterson?. - Su voz era ronca, era alto, pero no podía verle claramente sus faciones, entre la oscuridad y el gorro negro.
- Eh, si, soy yo, el famoso escritor..¿Qué pasa?. -
Dije cada vez mas descolocado
- Me ha copiado mi novela. -
Soltó mientras me daba un librito pequeño. - Es esta, un ejemplar.
- ¿¡QUÉ!?, eso, eso es imposible... -
Pero lo cogí, no sabía por qué, pero lo cogí
- Adios, Sr. Petterson, volveremos a vernos...¡AH! y no se olvide, de editar el final... -
Dijo mientras se metía dentro de su coche negro.

Aquella novela, contaba la historia de mi pasado, tenía un final feliz...¿Qué quería que cambiara? -
Pensé

Entré en casa, leí un poco por encima lo que estaba escrito, cuanto mas leía, mas parecido me resultaba.

Corrí escaleras arriba buscando un ejemplar de mi libro.


En efecto, eran iguales, pero, cambiaba el final, este, era un final mucho mas tétrico.


Despues de entablar varias conversaciones con ella, mi vida se estaba volcando al desorden y a la confusion.
Pero, no sabía todavía quién era el autor de aquella novela, no volví a tener contacto con ese señor de negro, pero, si pasaron acontecimientos a mi alrededor bastante extraños.

La gente moría a mi alrededor, pero no entendía por qué, siempre eran amigos míos ¿sería aquel señor?, ¿estaría amenazándome?.

Justo encima del teléfono, el cual llevaba desconectado varias semanas estaba el sombrero de aquel señor, ese señor que no tenía ni nombre ni rostro para mí.

Volví a subir escaleras arriba, cogí el libro del señor de negro y decidí leer todo, absolutamente todo lo que había cambiado, ese final que no había escrito.

Pero el final, el final de todo me descolocó aún mas.


Autor: Joe Petterson

Me levanté tranquilamente, voces sonaban en mi mente, diciendome "Ya lo sabías, sabías que estabas loco...Sabías que querías matarla...Lo sabías todo...Peeero, no querías aceptarlo"


Las mandé callar, una y otra, y otra y otra vez, pero no cesaban.

En ese momento, entró por la puerta aquel señor, con la cabeza descubierta.

- Si...Yo soy el autor de todos esos asesinatos...Y si...Como bien sabes...Yo soy tu.



PD: El argumento es el mismo que el de la ventana secreta de Steepheeenn <3!

- Saray

martes, 27 de octubre de 2009

Psychedelic.

U_U Saray, no sé para qué borraste las otras entradas! JUMI. ¬¬
Todo lo escrito a continuación carece de sentido.



« Te echo de menos. Estás desaparecido, no se sabe nada de ti. En casa te añoramos mucho. ¿Por qué no contestas a nuestras llamadas? Hemos probado en tu teléfono móvil, y también te hemos llamado a casa... ¿Tan ocupado estás? Sólo quisiera saber algo de ti, qué tal estás y esas cosas... Por favor, contacta con nosotros rápido. Estamos muy preocupados... »

***

Llevo días encerrado en casa. No sé qué pasa, no puedo salir. Quisiera saber si mi subconsciente me está engañando, o realmente ocurre algo extraño. Desde hace unas semanas, todo ha cambiado considerablemente en este piso. Sentado en cama, con los ojos como platos, así es cómo estoy ahora mismo... Las paredes se mueven. No bruscamente, si no de una forma suave, ondeando... Ya no son del color del que yo las pinté, ahora son blancas, muy blancas. Blanquísimas. El suelo ya no es aquel bonito parquet que mi madre había escogido... No, ahora parece una moqueta, con una textura muy similar al agua del mar. Lo que más me sorprende es que siempre está congelada. El techo... Bueno, no hablemos de techo, porque no hay. O eso parece, ya que cuando llueve, el agua no llega a mojarme. Por las ventanas, lo único que veo es un bosque, en el que hay una chica preciosa saludándome. No puede ser, ya que vivo en un ático en plena ciudad. El resto de la habitación sigue igual, a mi parecer.

Al principio, esto no me sorprendió... Creía que padecía insomnio y por ello tenía alucinaciones o algo por el estilo. De aquella podía abrir la puerta, y salir de mi apartamento. Fuera, todo era normal. Seguía mi vida, como siempre. Pero al volver a casa, las paredes estaban pintadas de otro color. ¿Acaso me estaba volviendo loco? Al día siguiente lo mismo... Hasta que decidí quedarme aquí, esperando a que cambien. Quiero ver cómo ocurren estas cosas, que terminarán por volverme demente...

Aún así, llevo una semana y cinco días sentado en cama, y nada ha cambiado desde la última vez que entré por la puerta. Aunque otra de las cosas que también me parece muy rara, es que no tengo ninguna necesidad vital: no necesito comer, no tengo sed... Tampoco quiero ir al baño, divertirme, mantener contacto con otras personas... No duermo. No. La pared me abstrae. El teléfono no funciona. O eso creo. No sé nada de nadie, y no me preocupa...

Soy feliz. Y no estoy loco.


Sandra.
 
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