-"Merci." - Me dijo con una amplia sonrisa, a pesar que ambos sabíamos todo lo que iba a pasar.
Aquella noche no pude dormir...No podía creer lo que iba a hacer, y todo por algo que conociéndola nunca haría.
Al día siguiente me dirigí a la iglesia, corría bajo la lluvia empapado, tenía un mal presentimiento... Y lo peor de todo era que llegaba tarde.
Llegué a la iglesia, abrí aquellas pesadas puertas que recordaban a las puertas de una catedral gótica y al terminar de abrirlas lo primero que ví fue a ella rodeada de gente.
Allí estaba ella, en el altar... Bajo las llamas... rodeada de gente gritándole cosas horribles... Y en primera fila, aquel ser despreciable que parecía ser mi hermano, junto con aquel alma decadente que había dicho ser su "amiga".
No podía hablar, escuchaba sus gritos ahogados y no podía hacer nada para poder ayudarla, había demasiada gente y tampoco me quedaba demasiado tiempo.
Me acerqué corriendo a la fogata donde estaba ella, no pude verla, el humo hacía que tosiese mas de lo normal... Eso me impidió levantar la vista para poder verla.
-"Tranquille". - Dijo ella en su último aliento.
-"Je t' aime, princesse".
Despues de todo lo sucedido, lo único que pude hacer fue girarme hacia mi hermano.
Él me miraba como de costumbre, sin embargo, ese día parecía haber florecido un nuevo sentimiento en él, un sentimiento de culpabilidad. Por que él, sabía que aquella chica a la cual había matado. La chica la cual le había devuelto las ganas de vivir, había muerto, por su culpa.
-"Maintenant tu ne sais pas que faire...¿Vérité?". - Dije con un tono bastante sarcástico y una mirada de odio clavada en él.
Su rostro se había tornado a una expresión que nunca había visto en él. Sabía que me faltaba poco tiempo, él había matado a la única chica que quise... Y la persona que él mas quería, también había muerto, sin embargo, puedo apostar cualquier cosa a que hace unos minutos estaba disfrutando del espectáculo... Y todo empezó por un malentendido.
Caminé lentamente hacia la puerta principal, mientras toda la gente me observaba con caras extrañas y sin comprender que hacía yo ahí.
Lo último que recuerdo de aquella amarga noche, era mi salida de aquel tenebroso lugar con los ojos llenos de lágrimas.
Al cabo de un par de días, los médicos diagnosticaron una enfermedad mortal en aquellos tiempos, la tuberculosis, y para mi desgracia, ya la tenía demasiado avanzada.
Fue una muerte lenta y dolorosa, pero ha merecido la pena lo que he ganado a cambio.
Por que ahora, puedo volver a estar con ella.
Yumeko.
